Una noche mientras leia en mi dormitorio, mi hijo entro con sus ojos llorosos y con su voz quebrada me pregunto si podia conversar conmigo.
La pregunta era retorica ya que charlábamos frecuentemente y muy francamente.
El procedio a contarme que habia terminado su relacion con la que era su novia; la noticia no me caso sorpresa ya que ya habiamos hablado al respecto, si me causó tristeza porque tanto su madre como yo queriamos a esta chica.
El comenzo a contarme porque habia terminado la relacion, me conto que la queria mucho pero que no la amaba, sobretodo como ella a el. Y que lo mejor y mas honorable era no hacerla perder su tiempo especialmente si ella tenia planes mas serios para los dos.
Asentí con la cabeza y le dije que respetaba su decisión porqué era la correcta.
Mientras me decia lo bella de la relación que habian tenido lloraba y entre sollozos y sollozos le pregunte si sabia lo que era una Mandala.
El me dijo que no asi que procedi a decirle que una Mandala era una bella obra de arte que los monjes Tibetanos hacen de arena de muchos colores, su creacion dura semanas y lo que crean con estas arenas multicolores es precioso y mientras la hacen cantan y meditan llenando asi de felicidad a sus creadores.
La Mandala es considerada separada y protegida del mundo impuro exterior del Samsara. Pero cuando los monjes Tibetanos terminan de hacer la Mandala la recojen y la vierten sobre un río asi dejandola ir a bendecir y hacer feliz a otros.
Bien le dije, lo de uds. Fue una Mandala, fue bello, perfecto, los hizo felices y pensaba que él mundo exterior no los pertubaria. Pero es hora de dejarla ir, que vaya a hacer feliz a otros.
Por supuesto que abracé a mi hijo hasta que se calmo, mientrad pensaba: que linda Mandala habian construido.